Para ponerte en situación, te diré, que atrás quedaron los tiempos en
 que los bosques eran asaltados por hordas armadas con hachas. Hoy en 
día -al menos en España-, los árboles destinados a ornamentar nuestros 
salones durante las fiestas navideñas son cultivados especialmente para la ocasión.
Podemos entrar en discusión sobre lo ético del asunto. ¿Es civilizado utilizar a un ser vivo de esta manera y mantenerlo en condiciones tan desfavorables?
 Lo que está claro es que en la actualidad por lo menos se respeta 
nuestro medio natural. El árbol no se tala furtivamente, sino que es 
plantado y cuidado, bien en suelo o en maceta expresamente para su 
comercialización.
Los defensores del sí a lo natural subrayan la 
positiva contribución a la atmósfera de las plantaciones de abetos, 
piceas y pinos, mientras se encuentran en crecimiento. El cultivo de 
árboles de Navidad no solo no contamina y es un proceso totalmente 
renovable sino que además capta ingentes cantidades de dióxido de 
carbono, aportando oxigeno en su lugar.
Los árboles de Navidad hechos con materiales sintéticos,
 en cambio, suponen un consumo de materias primeras y una huella 
contaminante durante su producción -critican algunos-. Además de ser más
 complicado después su reciclaje.
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